martes, 8 de diciembre de 2009

Enrique Lynch "rectifica" atacando en un periódico que prosigue su campaña... "El día que dejé de leer El País."

El día que dejé de leer El País es el título de un poemario de Jorge Riechmann que tomamos prestado para encabezar esta entrada, porque esa es la decisión que hemos acabado por adoptar tras más de veinte años comprándolo a diario. Somos de los que celebramos la salida al mercado periodístico de Público, que mantiene una línea editorial progresista mucho más coherente, pero no por ello abandonamos el que había sido nuestro periódico desde siempre. Hasta ahora.
Enrique Lynch tiene de nuevo privilegiada cabida en la sección de Opinión para exponer en un artículo titulado "La apología que nunca existió" las razones por las que todas y todos entendimos mal el anterior, "Revanchismo de género", tras de lo cual los internautas procedimos a lincharlo y promover la censura periodística como si de gerifaltes del Gulag se tratase. Nada nuevo. El lenguaje victimista es un lugar común hoy día entre quienes hablan desde una posición de superioridad o prevalencia. Los católicos se sienten amenazados, pese a que no dejan de proclamar a los cuatro vientos -en especial cuando toca repartir el dinero público- que son la religión indudablemente mayoritaria en España, y representativa por tanto de su acervo común de valores; la derecha, a su vez, se siente perseguida, ultrajada y estigmatizada, ejemplo de ello son las alusiones a los cadáveres en la cuneta de la Guerra Civil realizadas por el presidente de la Comunidad Valenciana -basta darse un garbeo por ella para comprobar lo difícil que resulta ser en esa tierra militante del Partido Popular, ¿verdad?-; las familias, de acuerdo con los medios periodísticos de la derecha, están siendo cruelmente atacadas por el lobby gay y el feminista. La semana pasada el semanario católico Alba incluía en su portada dos grandes fotos de niños y el lema "en peligro de extinción" (a propósito de la Ley Orgánica que se tramita en el Parlamento)... Podríamos seguir eternamente. Quienes ocupan los sillones de mando, y lo ejercen frecuentemente con grosería e impunidad, oyen a lo lejos una voz discrepante que defiende sus derechos y manifiestan sentirse sometidos a una suerte de "solución final" de corte nazi -sí, son abundantes sus frívolas alusiones al nazismo-.
Ahora, un autor que ha tenido acceso a las páginas centrales del periódico de mayor difusión en España dice que es "impropio de un régimen de libertad y de una democracia moderna" que varios cientos o miles de personas, que por supuesto no tienen acceso a esas páginas, hagan público su malestar por la línea editorial de dicho medio a través de blogs, facebook y demás formas de expresión afortunadamente libre pero indudablemente limitada en cuanto a su alcance. El mundo al revés.
El caso es que este segundo artículo parece querer atemperar los ánimos tras el anterior, pero no hace sino incidir en su siniestra visión del mundo. Si anteriormente habló de "necedad" para referirse a quienes criticaron su texto, ahora son "irracionales" nuestros argumentos. Exquisita racionalidad la suya, sin embargo, pues vuelve a interpretar los distintos lemas publicitarios de la campaña que glosaba ("De todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo", "De todas las mujeres que haya en mi vida ninguna será menos que yo") en un sentido no igualitario, sino más bien revanchista o pendenciero. Manifiesta irónica sorpresa al referirse a que el "más" se cambia por "menos" cuando se pone en boca del hombre, y de ello deduce nada menos que una ladina intención de los responsables ministeriales (un grupo de hembras conspiradoras, imaginamos) para deslizar sutilmente un mensaje de dominación femenina; todo ello sustentado en una mención a la conocida obra de Alice Schwarger La pequeña diferencia y sus grandes consecuencias (1979) para justificar esa interpretación. Pues bien, con los máximos respetos, y sin que pueda entenderse como una invitación a la depuración estalinista, reiteramos nuestro parecer acerca de la campaña publicitaria: el hecho de que en una sociedad masacrada por la violencia machista pongamos en la voz de un hombre la expresión de que ninguna mujer es menos que él no esconde un golpe de estado matriarcal. Se trata de que los chicos jóvenes, a quienes va predominantemente dirigida la campaña, asimilen e interioricen la igualdad: ellos nunca serán más, y ellas nunca serán menos. En cualquier caso, para entender cuál es el feminismo serio, recomendaríamos al autor que actualizase sus conocimientos de género con la lectura del Premio Nacional de Ensayo 2006 La gran diferencia y sus pequeñas consecuencias... para las luchas de las mujeres, de la filósofa Celia Amorós, en la que nos habla, como anuncia su título, de ese feminismo de la diferencia que tan bien acogen los movimientos más reaccionarios, para ponerlo como ejemplo de la peligrosidad amazónica del feminismo, en unos casos, o para adoptarlo en su versión descafeinada y asumirlo dentro del ideario conservador (las "mujeres mujeres" de Aznar).
Ahora volvamos a los videoclips, de los que el señor Lynch parece extraer toda una lectura sociológica sorprendentemente significativa. Podemos ayudarlo en su propósito hablando del último álbum de la cantante Rihanna: después de aparecer fotografiada con la cara hecha un mapa por los malos tratos infligidos por su novio, volvió con él y ahora aparece en la portada de su disco jugando con la iconografía del esclavismo y la dominación, tapándose un ojo con la mano incluso. Sí, muy bien, y qué. Es tan representativa Rihanna de la situación global de las mujeres como los videojuegos de coches de los accidentes de tráfico. Basta asomarse al mundo laboral, al de la violencia de género, pasearse por los juzgados, asomar la nariz en las empresas... para que las sesudas reflexiones de Enrique Lynch sobre los vídeos de Paulina Rubio nos provoquen el mismo efecto que los chistes del manido género marido-mujer. Cuando habla de "la forma en que las mujeres actualmente se presentan en las letras de las canciones populares y en los videoclips" simplemente le aconsejamos que conozca un poco mejor el mundo, la calle, y a las mujeres.
Finalmente, insiste en el papel educador de las madres sobre los que serán futuros agresores, y alude a que la solución para la violencia de género se encuentra en "promover una ciudadanía cívicamente virtuosa". Acabáramos. La misma opinión que tienen los más militantes periodistas conservadores y liberales: nada de machismo, nada de género, menos aún de feminismo. Todo es un escasez "general" de valores.
Y aquí está, insistimos, la raíz del problema. Día a día, semana a semana, medios periodísticos como ABC, La Razón, el Mundo, Cope, Popular TV, Libertad Digital, Libertad Digital TV, Es Radio, Alba, Intereconomía, Época, Onda Cero, El Semanal Digital, Antesna 3, etc. etc., emplean argumentos similares a los del señor Lynch -dejamos fuera al periodismo sectorial: económico y deportivo, sobre el que habría mucho que hablar-. Frente a tal avalancha de fuentes de opinión de alcance nacional, quienes se identifican con la izquierda cuentan con Público, la Cadena Ser, Cuatro, La Sexta y El País. No incluyo a TVE y Radio Nacional, que mantienen, y es su deber, una razonable equidistancia acorde con su naturaleza pública. Los medios de la derecha permanecen en lo relativo a las cuestiones de género unidos, firmes, y rabiosamente comprometidos. En ellos podemos oír hablar de genocidios -el aborto-, grupos de presión -una especie de secta gay que parece sacada de los best-sellers templarios-, e incitación a la orgía cotidiana entre los púberes -cuando se trata de la píldora del día después-.
Pues bien, El País decidió que en su sección de Opinión, la central sin duda del diario, y expresiva de su línea editorial, debían tener acogida en menos de un mes dos artículos antiabortistas (el de Bono y el de la presidenta del parlamento vasco, Arantza Quiroga, miembra -con perdón- del Opus Dei), y los dos incalificables de Enrique Lynch. Todos ellos en mitad de una campaña violenta contra el Ministerio de Igualdad promovida por los sectores más reaccionarios de la sociedad, que incluye insultos, amenazas, envíos de muñecos-feto (los desgraciados "bebés-Aído", etc.), solicitudes para que el Rey no firme la reforma, ridiculización permanente de la ministra... ¿Tiene esto quizá algo que ver con la carta abierta de la profesora Ana de Miguel en la que anunciaba que dejaba de comprar El País por su inclusión de anuncios de prostitución, y que alcanzó un notable eco en la red? Entonces sí que estaríamos ante un caso de "revanchismo de género". El poder patriarcal, representado por el periódico de mayor difusión de España, habría dado un golpe sobre la mesa para poner orden en el "corral feminista", que habría osado nada menos que expresarse libremente en un puñado de webs, blogs y grupos de discusión en Facebook.
Sea como fuere, están en todo su derecho de orientar su línea editorial en la dirección que les parezca más oportuna, al igual que en fechas recientes decidieron sacudir a Zapatero con más ahínco que la propia derecha -que por cierto, se partía de risa- a propósito de la política económica. Y coincidiendo, casualmente, con el reparto de los derechos de retransmisión del fúmbo y un artículo encendido de Cebrián, descontento con el trozo que les había tocado.
Están en su derecho, insistimos, como el señor Lynch en el suyo.
Y nosotros/as en los nuestros: el de expresarnos libremente en esta modesta bitácora, el de apoyar cualquier iniciativa promovida en la red en favor de la igualdad y los derechos humanos. Y el de dejar de comprar El País, con la tristeza de quien se siente abandonado por un compañero en mitad de una tormenta, cuando caen chuzos de punta y se echa en falta un poco de cobijo. Allá cada cual con sus decisiones y responsabilidades. Mucho nos tememos que ellos necesitan más que nunca a los lectores que tanto desprecian.
Nosotras y nosotros, sin embargo, nos hemos acostumbrado desde hace ya mucho a caminar bajo la lluvia.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Corrección: Arantza Quiroga no es miembra del Opus.

Cuarto Propio Juristas dijo...

Rectificamos y nos disculpamos por el error: no pertenece jurídicamente al Opus.

Incluimos a título ilustrativo, y a los efectos de lo que comentamos en el post, este fragmento de artículo referido a ella que apareció en El País el 29 de marzo del presente año:

"(...) Los cuatro chicos acuden a un colegio del Opus Dei al igual que lo hizo su madre en sus años mozos: estudió en el colegio Eskibel de San Sebastián. "No soy miembro jurídico del Opus Dei. Pero me gusta cómo forman a las personas. Defienden que hay que santificar la vida a través del trabajo".

Ferviente católica y defensora de la familia, le parece que la nueva ley del aborto es una "insensatez" y se muestra de acuerdo con el Papa en el asunto de los condones. "Estoy de acuerdo con el Papa, el preservativo no es la solución (...)"

Declaraciones, por cierto, hacia las que manifestamos nuestro respto, aunque no las compartamos.

WODEHOUSE dijo...

Bueno, yo me compro ElPais pero solo por los posavasos de los Beatles que dan el domingo. Las tazas tb. son una chulada, no me digais...

Cuando se acabe la coleccion ya no me hará falta comprarlo.
;)